domingo, 6 de abril de 2014

Valencia estalla de fervor

VALENCIA

Valencia estalla de fervor

06.04.14 - 00:07 - 


Valencia estalla de fervor
La Plaza de la Virgen se quedó pequeña. Literalmente. Miles de valencianos acudieron ayer a venerar a su patrona en un acto histórico. Hacía 53 años que la imagen original de la Virgen de los Desamparados no salía de la Basílica y los fieles respondieron masivamente para rendirle homenaje en una mañana soleada y calurosa. La talla gótica, que acaba de ser restaurada durante cinco meses, presidió la predicación de la 'Misión Magnificat' del arzobispo de Valencia, Carlos Osoro. Durante las casi dos horas que permaneció en la plaza, los asistentes no escatimaron vítores y ovaciones a su patrona, una explosión de fervor que culminó con el desfile de centenares de feligreses ante la imagen.
La plaza de la Virgen estaba completamente abarrotada desde las diez y media de la mañana, una hora antes de la salida de la Geperudeta en su anda portada por sacerdotes diocesanos. Las 2.000 sillas dispuestas por el Arzobispado fueron insuficientes, ya que los primeros fieles acudieron cuando apenas comenzaba a romper el día. «Cuando he llegado, todavía estaban poniendo las sillas», confiesa María Dolores Ferrandis, una de las primeras personas en llegar. «He venido a las siete porque quería estar la primera».
A esa misma hora, en el interior de la Basílica, la imagen original era bajada de su camarín, para lo que fue necesario instalar un andamio y retirar momentáneamente la corona y la aureola de la Virgen, que le fueron devueltas antes de salir a la plaza. La talla lucía el manto del capellán Mata, del siglo XIX, que se le colocó el día en que fue bendecida su restauración por el arzobispo de Valencia.
«Está preciosa», asegura Sara Marchante, camarera de la Virgen que ha venido con un grupo de 22 personas desde Denia, donde los marineros tienen como patrona a la Mare de Déu dels Desamparats. Jesús del Hoyo destaca que la talla original del siglo XV es «extraordinaria» y valora que la restauración ha tenido «mucho mérito». Aunque la imagen puede ser contemplada en el camarín del interior del templo, considera que verla en el exterior y sin la estola permite apreciar todo el detalle de la «obra de arte».
Uno de los instantes de mayor emoción se vivió cuando la imagen fue mostrada frente a la fachada de la Basílica que recae a la plaza, justo antes de ser instalada en una tarima entre las dos puertas y con el volteo de campanas del Miguelete atronando de fondo.
Mientras aguarda ese momento de pie y en primera fila, Pepe Chamizo, un extremeño que lleva cuarenta años viviendo en Valencia, destaca que los cristianos necesitan actos como el de ayer porque son «una maravilla». A su lado, Juanita Garcés asiente con la cabeza. «He venido desde pequeña con mis padres y, después, mi marido y yo comenzamos a traer a mis dos hijos a ver a la Virgen cuando ni siquiera andaban», explica esta vecina de Picaña que ha venido con su hermano Vicente. «Ahora son ellos los que vienen con sus hijos», añade Juanita.
Sentado en una de las primeras filas, Eduardo González, un joven madrileño que lleva once años viviendo en Sagunto, asegura que no puede explicar la devoción que siente por la Vírgen. «No lo sé. Es la Fe», manifiesta mientras se enjuga el sudor de la frente. «Desde muy pequeño, cuando veraneábamos en Sagunto, no quería volver a Madrid sin venir a ver antes a la Vírgen», apunta Mercedes, su madre. Ambos vienen todos los años a pie desde Sagunto -siete horas y media caminando - a la Missa de Descoberta y el traslado de la imagen el primer domingo de mayo.
Unas filas más allá, Ramón y Julia son un matrimonio de Valencia que lleva más de 40 años viniendo a ver a su patrona cada domingo. «Tenemos mucha devoción y esto es lo nuestro», apunta José Alabarta, un vecino de Picaña que les acompaña. «Vinimos con nuestros hijos y ahora venimos con nuestros nietos», asegura Ramón mientras busca un gesto de aprobación de su hija Vanessa, fallera de la comisión Pío XI Fontanares. «Tiene mucha devoción», añade.
María José Cosme también ha venido con su hija. «Estoy aquí para pedirle a la Virgen por todos», explica al mismo tiempo que avanza en la cola para pasar ante la imagen. «La verdad es que es muy guapa, quiero verla más de cerca», apunta mientras lamenta que es «una pena» que no esté echado el toldo sobre la plaza.
El sol a esa hora es de justicia. Mientras centenares de sacerdotes confiesan a los fieles por la plaza durante el rezo del rosario otros aguardan pacientes en la fila. Como Rafael Fenollar, vecino de Salem, que camina ayudado de un bastón. «Siempre que subo a Valencia vengo a verla», asegura Rafael, quien confiesa que su devoción por ella creció a raíz del ictus que padeció en 2009 y que le dejó una ligera cojera.
Pasada la una y media del mediodía, mientras los capellanes se llevan la imagen de regreso al interior de la basílica, los últimos fieles desfilan con la impresión de haber vivido un momento único. «No lo volveremos a ver», reconocen.

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